El príncipe feliz

marzo 10, 2023

El príncipe feliz es un relato sincero y honesto. Según parece, el príncipe, en vida, perseguía la riqueza y no tenía en cuenta a la gente del pueblo que era pobre. Pero al ser una estatua viviente situada en una columna cambia porque ve las injusticias y le dan pena las gentes del pueblo.

¡Ánimo! Y disfrutad del cuento.

PRIMERA PARTE DEL RELATO

   1.- Os aconsejo que hagáis un lectura placentera de la lectura.

   2.- ¿Escribid qué personales aparecen al principio del cuento?  El príncipe, el junco, …

En lo más alto de la ciudad, sobre una elevada columna, se al­zaba la estatua del príncipe feliz. Estaba recubierto por completo de finas láminas de oro, por ojos tenía dos brillantes zafiros1 y un gran rubí rojo relucía en la empuñadura de su espada.

Despertaba auténtica admiración.

—Es tan hermoso como una veleta3 —comentó uno de los concejales, deseoso de hacerse pasar por hombre de gustos artísti­cos—. Lo malo es que no resulta muy útil —añadió, temiendo al mismo tiempo que la gente lo considerase poco práctico, cosa que no era en absoluto.

—¿Por qué no serás tú como el príncipe feliz?—le preguntó una mujer juiciosa a su hijo, que le pedía la luna—. Al príncipe feliz nunca se le ocurre pedir nada.

—Me alegro de que haya alguien feliz en el mundo —mur­muró un hombre, decepcionado de la vida, que contemplaba la bella estatua.

—Parece un ángel —dijeron los niños del orfanato al salir de la catedral con sus mantos de un encendido color escarlata4 y sus delantales blancos y limpios.

—¿Cómo lo sabéis? —preguntó el profesor de matemáticas—. Nunca habéis visto a ninguno5.

—Sí lo hemos visto, en sueños —respondieron los niños, y el profesor de matemáticas frunció el ceño6, con expresión severa, porque no le parecía bien que los niños soñaran.

Una noche, voló sobre la ciudad una pequeña golondrina. Sus amigas se habían marchado a Egipto seis semanas antes, pero ella se había quedado porque estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo había conocido al comienzo de la primavera, mien­tras perseguía una gran mariposa amarilla que volaba sobre el río, y se sintió tan atraída por su esbelto talle7 que se detuvo a hablar con él.

—¿Puedo amarte? —le preguntó la golondrina, que siempre era muy directa.

Como el junco asintiera, la golondrina se puso a volar a su alrededor, rozando el agua con las alas y formando ondas de pla­ta. Era su manera de hacer la corte8, que se prolongó todo el verano.

—Esta unión es absurda —gorjeaban las demás golondri­nas—. No tiene dinero, pero sí demasiados parientes.

Y, en verdad, el río desbordaba de juncos. Al llegar el otoño, las aves emprendieron el vuelo.


LOS CHICOS FINAL (Ana María Matute)

febrero 9, 2023

Después de la guerra de España, hubo mucha pobreza y una parte de la gente que vivía en el campo se fue a vivir a las ciudades.

 En el entorno cultural de aquella época surge un movimiento cultural el neorrealista que pretende retratar y denunciar la existencia la pobreza y la falta de libertad, del dolor, de la injusticia, de la insolidaridad y buscan la paz como ocurre en el caso de Ana María Matute.

En sus cuentos la interesa los niños y adolescentes y tienden a la fantasía y la ternura hacia ellos, aunque a la escritora le preocupa el drama personal de las personas pobres, marginados, solitarios, incomprendidos …

Conoció la pobreza de las gentes del campo, sus costumbres y sus problemas cotidianos.

A Ana María Matute se siente feliz cuando escribe los cuentos, los cuales son breves, llenos de sugerencias.

En la obra de la escritora hay dos presencias: la de la infancia y la del ambiente rural  o suburbano.

Cuando las historias se desarrollan en las ciudades suelen suceder en las afueras , en un paisaje de chabolas, debido a la pobreza de la gente sin recursos.

Asimismo, en ese entorno social aparecen los instintos primitivos, como la insolidaridad hacia los pobres, el desprecio hacia ellos, la agresividad y brutal en ocasiones sustentadas en egoísmos, la insolidaridad y los prejuicios .

Para ella, el oficio de escribir es una forma de protesta, contra todo lo que represente opresión, hipócrita o falso e injusto.

El dolor, la soledad y la tristeza, oprimen a las criaturas (niño, chico, muchacho) de Ana María Matute.

La narradora recurre  a las interioridades del individuo porque cree más en la eficacia  de una escritura capaz de conmover recurriendo  a la creación de un clima emotivo y poético.

Deja en el lector un regusto amargo y un sentimiento compasivo, tal vez de culpabilidad ante las miserias del ser humano.

Un ejemplo de lo dicho, es cuando el chico es golpeado brutalmente por Efrén, es “un niño, como otro cualquiera. Para la narradora, “El niño siempre está solo, es quizás el ser más solo de la creación.

Estas palabras ayudan a comprender a los niños. Niños solitarios, ensimismados, incomprendidos o voluntariamente alejados de los mayores.

Son impresionantes las figuras solitarias y atormentadas de los niños.


Los chicos_lectura tercera parte y final del cuento

enero 21, 2023

Efrén estuvo mucho rato golpeando al chico con su gran puño. El chico, poco a poco, fue ce­diendo. Al fin, cayó al suelo de rodillas, con las ma­nos apoyadas en la hierba. Tenía la carne oscura, del color del barro seco, y el pelo muy largo, de un rubio mezclado de vetas negras, como quemado por el sol. No decía nada y se quedó así, de rodi­llas. Luego, cayó contra la hierba, pero levantando la cabeza, para no desfallecer del todo. Mi hermano mayor se acercó despacio, y luego nosotros.

      Parecía mentira lo pequeño y lo delgado que era. «Por la carretera parecían mucho más altos», pensé. Efrén estaba de pie a su lado, con sus gran­des y macizas piernas separadas, los pies calzados con gruesas botas de ante. ¡Qué enorme y brutal parecía Efrén en aquel momento!

—¿No tienes aún bastante? – dijo en voz muy baja, sonriendo. Sus dientes, con los colmillos sa­lientes, brillaron al sol—. Toma, toma…

Le dio con la bota en la espalda. Mi hermano mayor retrocedió un paso y me pisó. Pero yo no po­día moverme: estaba como clavada en el suelo. El chico se llevó la mano a la nariz. Sangraba, no se sabía si de la boca o de dónde.

 Efrén nos miró.

—Vamos —dijo—. Ése ya tiene lo suyo.

Y le dio con el pie otra vez.

— ¡Lárgate, puerco! ¡Lárgate en seguida!

Efrén  se volvió, grande y pesado, despacio, hacia la casa . Muy seguro de que

seguíamos.

     Mis hermanos, como de mala gana, como asus­tados, le obedecieron. Sólo yo no podía moverme, no podía, del lado del chico.   

     De pronto, algo raro ocurrió dentro de mí. El chico estaba allí, tratando de incorporarse, tosiendo. No lloraba. Tenía los ojos muy achicados, y su nariz, ancha y aplastada, vibra­ba extrañamente. Estaba manchado de sangre. Por la barbilla le caía la sangre, que empapaba sus an­drajos y la hierba. Súbitamente me miró. Y vi sus ojos de pupilas redondas, que no eran negras sino de un pálido color de topacio, transparentes, don­de el sol se metía y se volvía de oro. Bajé los míos, llena de una vergüenza dolorida.

     El chico se puso en pie, despacio. Se debió he­rir en una pierna, cuando Efrén lo arrastró, porque iba cojeando hacia la empalizada. No me atreví a mi­rar su espalda, renegrida y desnuda entre los des­garrones. Sentí ganas de llorar, no sabía exacta­mente por qué. Únicamente supe decirme: «Si sólo era un niño. Si era nada más que un niño, como otro cualquiera.»


Los chicos_ lectura segunda parte

enero 12, 2023

No hubo forma de convencerle de que eran otra cosa: de que eran algo así como el espíritu del mal.

     —Bobadas —dijo. Y sonrió de una manera tor­cida y particular, que nos llenó de admiración.

     Al día siguiente, cuando la hora de la siesta, Efrén se escondió entre los juncos del río. Nosotros esperábamos ocultos detrás del muro, con el cora­zón en la garganta. Algo había en el aire que nos llenaba de pavor. (Recuerdo que yo mordía la cade­nilla de la medalla y que sentía en el paladar un gus­to de metal raramente frío. Y se oía el canto crujien­te de las cigarras entre la hierba del prado). Echa­dos en el suelo, el corazón nos golpeaba contra la tierra.

     Al llegar, los chicos escudriñaron1 hacia el río, por ver si estábamos buscando ranas, como solía­mos.    

 Y para provocarnos empezaron a silbar y a reír de aquella forma de siempre, opaca y humillante. Ése era su juego: llamarnos, sabiendo que no apa­receríamos. Nosotros seguimos ocultos y en silen­cio. Al fin, los chicos abandonaron su idea y volvie­ron al camino, trepando terraplén arriba. Nosotros estábamos anhelantes y sorprendidos, pues no sa­bíamos lo que Efrén quería hacer.

     Mi hermano mayor se incorporó a mirar por en­tre las piedras y nosotros le imitamos. Vimos en­tonces a Efrén deslizarse entre los juncos como una gran culebra. Con sigilo trepó hacia el terraplén, por donde subía el último de los chicos, y se le echó encima.

     Con la sorpresa, el chico se dejó atrapar. Los otros ya habían llegado a la carretera y cogieron pie­dras, gritando. Yo sentí un gran temblor en las rodillas, y mordí con fuerza la medalla. Pero Efrén no se dejó intimidar. Era mucho mayor y más fuerte que aquel diablillo negruzco que retenía entre sus brazos, y echó a correr arrastrando a su prisionero hacia el refugio del prado, donde le aguardábamos. Las piedras caían a su alrededor y en el río, salpi­cando de agua aquella hora abrasada. Pero Efrén saltó ágilmente sobre las posaderas, y arrastrando al chico, que se revolvía furiosamente, abrió la em­palizada y entró con él en el prado. Al verlo perdi­do, los chicos de la carretera dieron media vuelta y echaron a correr, como gazapos, hacia sus cha­bolas.

Sólo de pensar que Efrén traía a una de aque­llas furias, estoy segura de que mis hermanos sin­tieron el mismo pavor que yo. Nos arrimamos al muro, con la espalda pegada a él, y un gran frío nos subía por la garganta.

      Efrén arrastró al chico unos metros, delante de nosotros. El chico se revolvía desesperado e inten­taba morderle las piernas, pero Efrén levantó su puño enorme y rojizo, y empezó a golpearle la cara, la cabeza y la espalda. Una y otra vez, el puño de Efrén caía, con un ruido opaco. El sol brillaba de un modo espeso y grande. Sólo oíamos el jadeo del chico, los golpes de Efrén y el fragor del río, dulce y fresco, indiferente, a nuestras espaldas. El canto de las cigarras parecía haberse detenido. Como to­das las voces.


Los chicos

enero 6, 2023

CUENTO:  LOS CHICOS   ; AUTORA:  (Ana María Matute)

El cuento tendrá tres entradas o Post. En primer lugar,  leed el texto en silencio y , cuando hayáis terminado, leedlo  en voz alta. Después, intentad hacer una lectura en grupo donde esté el o (la) narrador (a) y los distintos personajes.

PRIMERA PARTE

Eran sólo cinco o seis, pero así en grupo, vi­niendo carretera adelante, se nos antojaban quince o veinte.

     Llegaban casi siempre a las horas achi­charradas de la siesta, cuando el sol caía de plano contra el polvo y la grava desportillada de la carre­tera vieja por donde ya no circulaban camiones ni carros, ni vehículo alguno.

     Llegaban entre una nube de polvo, que levantaban sus pies, como las pezu­ñas de los caballos. Los veíamos llegar, y el cora­zón nos latía deprisa. Alguien, en voz baja, decía: «¡Que vienen los chicos…!» Por lo general, nos es­condíamos para tirarles piedras, o huíamos.

     Porque nosotros temíamos a los chicos como al diablo. En realidad, eran una de las mil formas del diablo, a nuestro entender.    

    Los chicos harapien­tos, malvados, con los ojos oscuros y brillantes como cabezas de alfiler negro. Los chicos descal­zos y callosos, que tiraban piedras de largo alcan­ce, con gran puntería, de golpe más seco y duro que las nuestras. Los que hablaban un idioma en­trecortado, desconocido, de palabras como peque­ños latigazos, de risas como salpicaduras de barro.

      En casa nos tenían prohibido terminantemente en­tablar relación alguna con esos chicos. En realidad nos tenían prohibido salir del prado, bajo ningún pretexto. (Aunque nada había tan tentador, a nues­tros ojos, como saltar el muro de piedras y bajar al río, que, al otro lado, huía verde y oro, entre los jun­cos y los chopos.)

   Más allá pasaba la carretera vie­ja, por donde llegaban casi siempre aquellos chicos distintos, prohibidos.

     Los chicos vivían en los alrededores del Desta­camento Penal. Eran los hijos de los presos del Campo que redimían sus penas en la obra del pan­tano. Entre sus madres y ellos habían construido una extraña aldea de chabolas y cuevas, adosadas a las rocas, porque no se podían pagar el alojamien­to en la aldea, donde, por otra parte, tampoco eran deseados. «Gentuza, ladrones, asesinos…», decían las gentes del lugar. Nadie les hubiera alquilado una habitación. Y tenían que estar allí.

     Aquellas mujeres y aquellos niños seguían a sus presos, porque de esta manera vivían del jornal, que, por su trabajo, ganaban los penados.

     Para nosotros, los chicos eran el terror. Nos in­sultaban, nos apedreaban, deshacían nuestros huertecillos de piedra y nuestros juguetes, si los pi­llaban sus manos. Nosotros los teníamos por seres de otra raza, mitad monos, mitad diablos. Sólo de verles nos venía un temblor grande, aunque quisié­ramos disimularlo.

     El hijo mayor del administrador era un mucha­cho de unos trece años, alto y robusto, que estu­diaba el bachillerato en la ciudad. Aquel verano vino a casa de vacaciones, y desde el primer día capita­neó nuestros juegos. Se llamaba Efrén y tenía unos puños rojizos, pesados como mazas, que imponían un gran respeto. Como era mucho mayor que no­sotros, audaz y fanfarrón, le seguíamos a donde él quisiera.

El primer día que aparecieron los chicos de las chabolas, en tropel con su nube de polvo, Efrén se sorprendió de que echáramos a correr y saltáramos el muro en busca de refugio.

     —Sois cobardes —nos dijo—. ¡Ésos son pe­queños!


ROSA, POMPA, RISA

diciembre 18, 2022

 

ROSA, POMPA, RISA (Juan Ramon Jiménez)

 Con la primavera

mis sueños se llenan

de rosas, lo mismo

que las escaleras

orilla del río.

Con la primavera

mis rosas se llenan

de pompas, lo mismo

que las torrenteras

orilla del río.

Con la primavera

mis pompas se llenan

de risas, lo mismo

que las ventoleras

orilla del río.

 ROSA, POMPA, RISA (Juan Ramon Jiménez)

 Con la primavera

mis                     se llenan

de,/                      lo mismo

que las

orilla del río.

Con la primavera

mis                    se llenan/

de                       lo mismo/

que las                    

orilla del río.

Con la primavera

mis                       se llenan/

de                       lo mismo/

que las

orilla del río.

*Rellena los huecos de la poesía con las siguientes palabras:

1 = una palabra // 2= dos palabras

1sueños, 1 risas, 1ventoleras, 1escaleras, 1torrenteras.

2 pompas, 2 rosas.

*Leed el poema al mismo tiempo que oís mi voz


POESÍA: Menos tu vientre

octubre 29, 2010

Con motivo de la celebración del centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández, 30 de octubre, os presento una bella poesía de su libro: De Cancionero y romancero de ausencias.

LECTURA PLACENTERA DEL POEMA

MENOS TU VIENTRE

Menos tu vientre,

todo es confuso.

Menos tu vientre,

todo es futuro

fugaz, pasado

baldío, turbio.

Menos tu vientre,

todo es oculto.

Menos tu vientre

todo inseguro,

todo postrero,

polvo sin mundo.

Menos tu vientre

todo es oscuro.

Menos tu vientre

claro y profundo.

LECTURA Y APRENDIZAJE

1.- Una carencia importante en la mayoría de los libros de texto es la ausencia del estudio de los elementos rítmicos de la poesía, es decir, la medida de las sílabas métricasla posición de los acentos y la rima en los versos. Os invito a descubrir estos elementos en la poesía de Miguel Hernández. Una forma de hacerlo consistiría en hacer grupos y que cada uno buscara en Internet la información  que le correspondiera  trabajar sobre los diferentes elementos rítmicos. Una vez hecha la tarea, los equipos la expondrían al conjunto de  la clase. Por último , os propongo recitar el poema y obsevar  su ritmo y sonoridad. Respuestas: medida, acento , rima  y el comentario general del poema.

2.- El viernes, día 29 de octubre, los alumnos Jhon Anderson, Gladiz y José recitarón unas poesías de Miguel Hernández en la biblioteca del centro.


ADIVINANZAS XI

octubre 25, 2010

Últimamente estáis un poco vagos en el desarrollo de vuestra mente, ya que no hay muchas visitas a los artículos de las adivinanzas. Me parece importante que leáis varias veces las adivinanzas y luego las comentéis con vuestros amigos y familiares para buscar la solución. ¡ Ánimo y a por ellas!

SOLUCIONES: ADIVINANAZAS X

33.- La chirimoya ; 34.-  El piano ; 35.- El perejil ; 36.- La oscuridad.

NUEVAS ADIVINANAZAS

37.- Hago papas y monarcas      38.- Pan y pan y medio,

       príncipes y emperadores,             dos panes y medio,

        hago sin ser Jesucristo                 cinco medios panes,

        peces, mujeres y hombres.          ¿cuántos panes son?

39.- Un bichito muy ligero                40.- Entre dos piedras feroces

     anda por la tierra preciosa           sale un hombre dando voces.

     y en cada asiento que hace

      deja sembrada una rosa.

Entre estas cuatro  adivinanzas,  hay una que pertenece al» grupo de las matemáticas» (suelen ser problemas aritméticos,  generalmente jocosos) y otra que pertenece al» grupo transfigurado» ( la fina elegancia transfigura una realidad vulgar en una expresión poética del más valor estético)¿Qué números son?  Matemática:                Transfigurado:


Cuento tradicional: Las tres peticiones

septiembre 28, 2010

A través de este cuento me pongo en contacto con todos vosotros- mis lectores- y espero que os gusten los nuevos relatos que iré publicando durante el curso escolar (2010-2011).

Este cuento pertenece a la tradición oral española  y fue publicado por la editorial de Saturnino Calleja.

Juego-investigación. Si leéis el cuento, os daréis cuenta de que hay algo en la trama que no coincide con lo que aparece  en la imagen.¿ Qué es? Solución.

LECTURA PLACENTERA

Pues, señor, érase que se era un viejo y una vieja, que vivían en su casita del bosque. Estaban solos, eran muy pobres, y se lamentaban entre ellos diciendo… Leer más.

LECTURA Y APRENDIZAJE (Comprensión, diálogo directo y animación lectora)

1.- Contestad a las preguntas sobre el cuento. 

2.-En primer lugar, corregid las respuestas individualmente o en grupos de cinco. A continuación, contrastad vuestras respuestas con las dadas en la entrada del blog.

3.- Animación lectora: Representación teatral en clase y al resto del alumnado en el salón de actos.


Cuento tradicional: El príncipe pájaro

May 25, 2010

De nuevo os presento un cuento maravilloso «El príncipe pájaro» que he encontrado en la Red. Mi afición a los cuentos tradicionales se basa en los hechos fantásticos que suceden en ellos.

LECTURA PARA DISFRUTAR (Adaptación del cuento)

Érase una vez un rey que tenía un hijo que era muy malo, que cuando era chico se iba por ahí sin avisar a sus padres y, además, pegaba a los criados. Cuando el niño se hizo mayor, le dio por jugar a las cartas y en eso se gastaba todo el dinero que llegaba a sus manos. El padre, como era rey, vivía abochornado por ese hijo tan desgraciado que tenía, así que pensó: «Lo voy a encantar en un pájaro a ver si se enmienda». Habló con gente que sabía de encantamientos y lo convirtieron en un pájaro. Leer más…

LECTURA PARA APRENDER Y DIVERTIRSE

1.- Lectura comprensiva. Preguntas. Respuestas.

2.- Partes de la narración (teoría). Señala las distintas partes de la narración en el cuento.

3.- Animación lectora.